ATENEY - RUSSIAN INTERNATIONAL EDITION
Tulaev.ru

Атеней

Родовед

Евгения

English

Español

Deutsch

Polski

Français

Беларусь

България

Россия

Србия

Україна

Slovenija

India
LINKS
CONTACT
ARCHIVES
FORUM
Rambler's Top100

RUSOS EN LA RECONQUISTA BLANCA
CON MOTIVO DEL 70 ANIVERSARIO DEL PRONUNCIAMIENTO DEL GENERAL FRANCO

  Hace unos días cayó en mis manos la siguiente noticia: “la PACE (Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa) propone declarar el 18 de julio Día del la condena del régimen franquista”. La palabra “condena” no puede dejar de sorprendernos, puesto que ésta debe ir precedida de un juicio, y antes de la celebración de éste, no puede considerarse culpable al acusado. ¿O acaso la presunción de inocencia ha sido ha dejado de existir?

  Es más, el régimen del General Franco (o ¿por qué no llamarlo el Gobierno Nacional español?) no surgió de la nada. Los miembros de la PACE, por lo visto, parecen estar convencidos de que la estéril república española – contra la cuál tuvo lugar el levantamiento nacional de Franco el 18 de julio de 1936 – era el modelo de gobierno legítimo, cuyos ciudadanos gozaban de paz y libertad. Pero, ¿fue acaso así?

  En el año 1931 los “Kerensky”, los “Milyukov” y los “Rodzyanko”[I] españoles consiguieron derrocar la monarquía y proclamar la república. Y esto fue lo que sucedió en cuatro años y medio, mientras España “rebosaba” democracia:

  - 160 iglesias quemadas y saqueadas
- 269 crímenes políticos
- 1287 asaltos a mano armada
- 69 centros políticos destruidos
- 348 huelgas

  Los intentos de poner fin a la violencia y establecer el cumplimiento de las leyes elementales provocaban la indignación de los partidos y la prensa progresistas, que veían en estos intentos “los esfuerzos de la reacción” y “una amenaza a la democracia”. Y mientras el gobierno liberal se enfrentaba a “la reacción” en una lucha imaginaria, los radicales de izquierdas se iban creciendo. Se dejaron ver los trotskistas y los anarquistas. El recién nacido partido comunista desarrolló una actividad frenética (en 1931 tenía únicamente 189 miembros, mientras que en 1936 ya contaba con treinta mil). Llegaron a sus arcas grandes cantidades de dinero desde la URSS. Mucho antes de 1936, ya habían entrado en España un elevado número de agentes de la III Internacional, especialistas en técnicas revolucionarias. La preparación de la “revolución proletaria” iba a toda máquina. Ya en 1934 se llevó a cabo “el ensayo general” en Asturias, aunque el débil y asustado gobierno de aquel lugar consiguió, a pesar de todo, frenar la sangrienta revuelta gracias al capitán de la circunscripción militar, el general Francisco Franco.

  No obstante, los seguidores de las teorías políticas de Kerensky continuaban evolucionando poco a poco hacia la “dictadura del proletariado”. El “Frente Popular”, ganador de las elecciones de 1936, era una coalición de fuerzas “progresistas”, que incluía desde liberales hasta anarquistas. Más tarde, recordando a sus cómplices de “Frente”, la comunista Dolores Ibarruri escribía: “El presidente de la república, Manuel Azaña, y todas las personas que lo rodean son masones. El representante del Parlamento, Martínez Barrio, una parte significativa de los partidos burgueses e incluso líderes del partido socialista lo son igualmente.”

  Uno de los rasgos característico del régimen republicano español era su actitud hostil hacia el cristianismo y la Iglesia católica, que se había convertido con el tiempo en una persecución declarada. Por ejemplo, en Barcelona únicamente quedó en pie, sin haber sido profanada, la catedral. Durante los años de la república fueron asesinados once obispos y más de diez mil sacerdotes, frailes y monjas, muchos de los cuales fueron sometidos a refinadas torturas. Una de las distracciones favoritas de los anarquistas era jugar al fútbol, pero en lugar de balón utilizaban la cabeza cortada de alguno de sus torturados; fusilaban a las gentes sin tener en cuenta su sexo o su edad, por cosas como santiguarse o despedirse con el tradicional “adiós” español (con Dios).

  Es lógico, pues, que los mejores amigos de la España republicana fueran la URSS y México, famosos en el siglo XX por su cruel persecución de los cristianos.

  El terror rojo en España se llevó a cabo al más puro estilo bolchevique. Incluso el conocido escritor Antoine de Saint-Exupéry, simpatizante de la república, se vio obligado a escribir: “aquí fusilan como si estuvieran talando un bosque”. Los logros de la democracia española fueron las celdas carcelarias, cuyos creadores se inspiraron en las pinturas de Kandinsky: los camastros eran colocados con una inclinación de 20 grados de modo que fuese imposible dormir en ellos; los ladrillos del suelo estaban puestos de tal manera que era imposible andar con normalidad por las cámaras; el suelo y las paredes estaban pintarrajeados con dibujos surrealistas para provocar estados de estrés en los presos y con la misma intención se empleaban los colores.

  Pero “el arte” de los republicanos preocupaba bien poco a los progresistas del resto del mundo. “La liberación de España de la opresión de los reaccionarios fascistas no es algo exclusivamente español, sino algo que concierne a toda la humanidad de vanguardia”. Cualquier demócrata de la época podría haber firmado esta frase perteneciente a Stalin. Podría haberla firmado incluso N. Berdyáev[II]. “Gran número de sacerdotes en la España republicana luchaban activamente contra el pueblo y disparaban desde las iglesias, convirtiéndolas en fortalezas. Hay cristianos que se compadecen del general Franco y que se haya visto obligado a traicionar a su hermano. De nuevo Cristo es traicionado y se hiere a la cristiandad” – afirmaba con gran dolor y rabia el filósofo.

  Por lo visto, los miembros de la PACE son de la misma opinión hoy en día, pero olvidan que la “Declaración de los Derechos del Hombre” reserva al hombre el derecho a sublevarse contra la tiranía. Precisamente esto fue lo que hicieron los patriotas españoles el 18 de julio de 1936.

  “Nuestra guerra es una cruzada” - pronunció el general Franco al definir el objetivo de la lucha. “Somos soldados de Dios y luchamos, no contra otras gentes, sino contra al ateismo y el materialismo”. Los españoles, alzados en defensa de la patria ultrajada, se sentían como cruzados en la nueva Reconquista Blanca.

  Uno de los testigos rusos escribió: “El pueblo está muy ligado a la Iglesia. Su vida está muy unida a la Iglesia… La Iglesia con el pueblo y el pueblo con la Iglesia. Esto es lo que he visto en España… Por primera vez, España me ha hecho comprender qué es la lucha cristiana”.

  En las filas de los españoles blancos reinaba un alto sentido religioso. Y sólo gracias a él pudieron resistir los primeros meses de la guerra, cuando su destino pendía de un hilo. El pronunciamiento no fue preparado con anticipación y, debido a esto, en la mayoría de las grandes ciudades fue reprimido. Los republicanos mantenían el control sobre la mayor parte del país. En todas las grandes ciudades (excepto Sevilla) tenían su propia industria. El poder de los republicanos se extendía igualmente por las zonas rurales, las fuerzas aéreas y la flota.

  Los nacionalistas consiguieron limpiar de rojos algunas regiones del sur y el norte de España y hacerse con el control de sus colonias. Si bien en el sur la fuerza principal de los sublevados estaba constituida por tropas coloniales junto con la Legión española de elite, en el norte fueron los Requeté – milicias monárquicas de carlistas (partidarios de la antigua línea de los Borbones) los que lo hicieron posible. Navarra se convirtió en la Vandea española. En los tercios (batallones) Requeté era común encontrar varios representantes de una misma familia que luchaban juntos: abuelo, padre e hijos. En primera línea iban los sacerdotes portando crucifijos en alto.

  Los sublevados comenzaron a recibir ayuda internacional a finales del año 1936. La cantidad y el significado de estas ayudas fueron desmesuradamente exagerados, aunque los republicanos tampoco podían quejarse: recibieron decenas de miles de interbrigadistas, armas y alimentos. Sólo la Unión Soviética envió a su hermano rojo 3000 soldados, 1000 aviones, 1550 armas, 300 carros blindados y 900 tanques (con cañones y blindados).

  La Guerra Civil española llamó la atención del resto del mundo. Del mismo modo, no podía dejar de conmover a los Rusos Blancos en el exilio. La guardia blanca rusa vio en ella la posibilidad de continuar su lucha armada contra el comunismo. El general A.V. Fok ponía voz a sus esperanzas: “Aquellos de vosotros que luchen junto con la España Nacional contra la III Internacional y del mismo modo dicho de otro forma, contra los bolcheviques, estarán cumpliendo con su deber ante la Rusia Blanca”[III].

  Hacia el año 1936 servían en el ejército seis emigrantes rusos: dos en la aviación y cuatro en la Legión. Todos ellos participaron activamente en el levantamiento. Poco tiempo después, a las tierras liberadas por los franquistas comenzaron a llegar voluntarios rusos de uno en uno o en pequeños grupos.

  Los que ingresaron en la Legión tomaron parte en la liberación de Toledo y participaron en las batallas del Frente madrileño, pero la mayoría de estos voluntarios entraron a servir en los Requeté y lucharon, primero, en el Frente de Bilbao y, más tarde, en el Frente aragonés. En un principio, estos voluntarios rusos eran tratados con cierto recelo, puesto que no sólo en España, sino en toda Europa, la palabra “ruso” se había convertido en sinónimo de “comunista”. Este fue el caso de conde Gueorgy Lamsdof, que se vio obligado a cruzar la frontera en dos ocasiones, debido a que la primera vez lo tomaron por un espía soviético y fue expulsado de vuelta a Francia. Pero la desconfianza dejó paso a la amistad y el respeto.

  En el primer grupo de periodistas extranjeros aceptado por Franco se encontraba el redactor de la revista “Chasavoi”, el capitán V.V. Oréhov. En una conversación con Franco, le planteó la cuestión sobre la aceptación de voluntarios rusos en el Ejército Nacional. El capital Oréhov visitó en varias ocasiones más, como corresponsal de guerra, la España inmersa en la Guerra Civil. Se encargó, además, de la organización de la Sección Rusa de la Radio Nacional, que retransmitía programas en ruso dirigidos a los soldados soviéticos que luchaban al lado de la república.

  En un primer momento, estos programas estaban presentados por el general N.V. Shinkarenko (el escritor N. Belogorsky) y el coronel N.N. Boltin, pero poco después llegó desde París el capitán ayudante Erguin, colaborador desde hacía muchos años en “Chasavoi”, quien se convirtió en director de la Sección Rusa de la Radio Nacional al tiempo que comenzó a servir como consejero de asuntos rusos en el Estado Mayor de Franco. A comienzos del año 1937, el general P. Shatíliv, representante oficial de la Unión Militar rusa, llegó a Burgos, donde se encontraba el gobierno nacional. Al regresar éste a París, comenzó a organizar el envío de rusos blancos voluntarios a España. Cooperaban en esto los realistas franceses de “Acción Francesa” (Action française), que asimismo enviaban voluntarios al general Franco. Consiguieron hacer llegar tres grupos (en marzo, en abril y en agosto de 1937) con un total de veinte personas, que formaron el Destacamento Ruso del tercio Doña María de Molina.

  Desde marzo de 1937, este tercio luchó en el Frente aragonés, ocupando dos posiciones en el río Tajo. Al otro lado del río se encontraban los refuerzos rojos. El Estado Mayor del tercio se encontraba en el pueblo María de Aragón y estaba dirigido por el capitán, y más tarde mayor, Luís Ruíz Fernández. El Destacamento Ruso formaba parte de la primera compañía militar. En la segunda compañía los pelotones estaban dirigidos por el general A. Fok y el capitán del Estado Mayor Y. Poluhin. Estos pelotones fueron unos de los primeros en llegar a España y fueron promovidos en las filas del Ejército Nacional por la valentía demostrada en el asalto a Bilbao.

  En agosto la compañía fue enviada a Zaragoza, donde cayó por completo defendiendo Quinto de Ebro. Durante dos días (24 y 25 de agosto) 136 valientes contuvieron la arremetida de las tropas rojas: la decimoquinta brigada internacional (angloamericanos) y la división republicana, que atacaron acompañados de la artillería, tanques y la aviación. Pulihin fue herido de gravedad y trasladado a una iglesia que había sido convertida en enfermería, pero que quedó completamente destruida al ser atacada por la artillería. Todos los heridos murieron. El general Fok dirigía a los últimos defensores y cuando los rojos irrumpieron en su posición se pegó un tiro.

  Durante la mayor parte del año 1938 los voluntarios rusos llevaron a cabo acciones defensivas y de reconocimiento en su sector en el río Tajo. “En nuestro tercio Doña María de Molina, - contaba uno de los voluntarios -, ni una sola misión de importancia se realizaba sin nuestra participación. Hace muy poco, en nuestro tercio buscaban voluntarios para un destacamento de choque; estaba claro que era para llevar a término una misión complicada y peligrosa. Todos los rusos, sin haberse puesto de acuerdo de antemano, se ofrecieron como voluntarios. Pero durante el ataque en Cataluña, al destacamento ruso le fue encomendada una misión difícil e ingrata: actuar como destacamento de contención en el Frente Tajo. Y mientras las unidades españolas aniquilaban a los rojos, los rusos se veían obligados a contener al enemigo, que los superaba en número”.

  Es difícil asombrar a los españoles con valentía y hazañas bélicas. No obstante, los rusos de la Guardia Blanca se granjearon una fama clamorosa y temible. En más de una ocasión aparecieron sus nombres en las órdenes escritas como digno de valentía ejemplo a seguir. El general N.V. Shinkarenko, incansable combatiente en duras batallas, fue herido en la cabeza. El general Franco personalmente lo promovió dentro del ejército y le preguntó si tenía algún deseo en especial. “Desearía ser destinado a la mejor unidad que esté bajo su mando” fue la respuesta a su pregunta. Shinkarenko fue destinado a la Novena compañía militar “Bandera” de la Legión Española, con la que participó en la destrucción de la brigada internacional francesa en el combate de Cuesta de la Reina.

  S. Kompelsky llegó a España a finales de 1936 e ingresó en la Legión. Junto con la compañía de ametralladoras de la 7ª Bandera participó en duros combates cerca de Madrid y fue premiado con la medalla al valor. En el verano de 1937 fue destinado a la recién creada compañía de la 14ª Bandera y el 26 de septiembre de 1937 murió en la batalla de Toledo al intentar salvar al comandante de la compañía, que había sido herido.

  Poco antes del final de la guerra, murió el veterano de la Legión Nilolay Ivanov, compañero de armas de la Unión Imperial Rusa, sobre quien circulaban leyendas acerca su valentía. En los combates aéreos cayeron los intrépidos aviadores Vsévolod Miháilovich Marchenko y el capitán de segundo rango Mihail Andréevich Krasin.

  Resulta interesante también la historia del voluntario Borís Vladímirovich Ilín, antiguo comandante rojo, graduado en la escuela de caballería. Huyó de la URSS a Rumania y al comienzo de la guerra en España, entró a formar parte de la unidad de caballería Requeté del tercio Borgoña.

  Los exiliados rusos, atentos a la lucha por la España Nacional, no dejaban de preocuparse, asimismo, por el destino de los rusos blancos voluntarios. Bajo la representación de la baronesa O.M. Brangel, viuda del comandante en jefe del Ejército Ruso, fue creado en Bruselas el “Comité de ayuda a los combatientes rusos”, encargado de hacerles llegar dinero y camillas y ayudar a los eclesiásticos: al abad Nikon (antiguo sacerdote de la Guardia Imperial del Regimiento de Moscú), al presbítero Aleksandr Shabeshev y al arzobispo Ioann Shahóvsky, llegado a España para alimentar espiritualmente a los combatientes blancos.

  Tras la derrota de los rojos y el final de la guerra, tuvo lugar en Valencia un desfile militar, donde, en el flanco derecho del batallón selectivo Requeté, desfiló con la bandera tricolor rusa el Destacamento Ruso dirigido por el coronel Krivosheya.

  En el Ejército Nacional español lucharon un total de 72 voluntarios rusos, de los cuales murieron 34 (¡casi la mitad!). 6 sirvieron en la Falange, 10 en la Legión y 4 en la aviación. Pero la mayoría luchó en las filas Requeté. Esto pudo llevarse a cabo no sólo gracias a la afinidad de sus convicciones políticas (monarquismo), sino gracias también al hecho histórico de que en el siglo XIX la Rusia Imperial apoyara a los carlistas.

  Además de los oficiales de la Unión Militar Rusa, entre los voluntarios había militantes de la Unión Imperial Rusa (Y.T. Poluhin y I.S. Ivanov), de la Unión Fascista Rusa K. Rodzaévsky (I.K. Sahárov, A. Kitsenko y Y.Y. Samsónov), de la Unión Nacional Rusa de Combatientes en la Guerra del general Turkul (A.V. Fok) y del Movimiento Social-nacional Ruso del coronel Skalon (Z. Kompélsky). Posteriormente, muchos de los combatientes en España continuaron su lucha contra el bolchevismo en el Frente Oriental, en las líneas de la División Azul y el Ejército Ruso de Liberación[IV].

  La participación de los caballeros del Sueño Blanco en la lucha por la liberación de España de la peste roja honra a estos rusos, quienes escribieron una deslumbrante y gloriosa página de nuestra historia. ¡Gloria a los franquistas rusos!


  [I] Políticos rusos de orientación liberal que participaron activamente en derrumbamiento de la monarquía.

  [II] Filósofo ruso de orientación liberal.

  [III] El Ejército Blanco durante la guerra civil luchaba contra los comunistas.

  [IV] Formación alemana de prisioneros de guerra soviéticos; pretendían luchar contra los bolcheviques aprovechándose de Alemania.
 

ANTÓN GRÓMOV
 

  NUESTRO PAÍS Nº 2799

  Nasha Strana – Nuestro Pais --- Russian monarchist newspaper published in Argentine.

COPYRIGHT ATENEY 2001-2005